The ever excellent blog El sindrome Chejov recently polled a series of Spanish language short story authors about what they thought were the best collections of short stories to be published over the last five years. It is a broad ranging list that includes authors English speakers would probably be familiar with, such as Alice Munro and Lydia Davis. Of interest to me were the books originally written in Spanish (I’m already sufficiently familiar with the English speakers). Some of these I’ve heard of and in a few cases I’ve even read some of the books. I certainly agree with some of the choices and am looking forward to finding some new authors.
The three most cited authors were Juan Eduardo Zúñiga, Alice Munro and Ángel Olgoso. However, I saw many references to Javier Sáez de Ibarra, Andres Neuman’s Hacerse el muerto (read my review), and Smanta Schweblin’s Pajaros en la boca, a book that I am looking forward to reading soon. Miguel Ángel Muñoz’s list is of particular interest especially since he has read 250 collections over the last 5 years. I also thought Miguel Ángel Zapata’s was interesting because it listed the writers and their approaches which gives you a little context. Lest the embarrassment of riches make you think things are all rosy over there, Muñoz does end his survey with a complaint that could be easily leveled here in the states:
Buenos libros y buena labor editorial. Mejora sensible en la atención de los medios. …Y pocos lectores. En un país con desesperantes bajos índices de lectura -disfrazados por la atención mayoritaria a unos pocos libros populares- pero con una media de cuatro horas diarias ante la televisión, el cuento, que requiere de un predisposición particular y una educación del gusto para disfrutar de sus resortes narrativos, tan distintos a los de la novela, no puede salir bien parado. Aun así, sigo pensando que el cuento posee un poder que nuestro sistema educativo no ha sabido aprovechar. Aún. Confío en centenares de profesores de bachillerato que van descubriendo, y difundiendo, las posibilidades que el relato corto ofrece para introducir a los alumnos en el placer de la literatura y, todavía más, en el mejor conocimiento y explicación de materias distintas de las estrictamente literarias. Historia o Filosofía, para empezar (¿se sigue estudiando eso en Bachillerato?).
From Zapata’s comment:
En la última década, el cuento español abandona las trincheras incómodas del gueto y comienza el lento acomodo en las mesas de novedades y en las reseñas de los diarios nacionales. Eso es un hecho; lento y a gotas, pero un hecho: llueve. Ya se ha apuntado muchas veces antes la labor encomiable y de zapa de editoriales especializadas en el género como Menoscuarto, Páginas de Espuma, Salto de Página, Tropo, Traspiés o Cuadernos del Vigía. Pero cabe anotar igualmente la proliferación de espacios en la blogosfera que promueven la expansión de los géneros breves y su rápida recepción por un público silente aunque masivo tras la pantalla del ordenador. En cuanto a las direcciones que asume el cuento actual, es precisamente la heterogeneidad de propuestas la clave para entender su auge: el terror contemporáneo entreverado de cierto apego a la sobriedad realista del cuento norteamericano en la obra de Jon Bilbao, la relectura del fantástico desde posiciones especulativas o metafísicas (en tres maestros del género en su estado más puro: Ángel Olgoso, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Manuel Moyano), la experimentación formal en la renovación que parte del fantástico hacia territorios que lindan con lo telúrico (la portentosa cuentística de lo inaudito plausible que desarrolla David Roas), la orfebrería impresionista de altísimo octanaje literario (Óscar Esquivias, Jesús Ortega), lo cotidiano transfigurado (Miguel Ángel Muñoz, Andrés Neuman y Ernesto Calabuig, que hacen virtuosismo genuino de la lectura entre líneas y la fuerza emocional de las historias), el lirismo surreal (Juan Carlos Márquez en su estupendo “Llenad la tierra”, todo un despliegue talentoso de recursos y técnica)… Si a ello sumamos el trabajo de fondo de maestros contemporáneos que siguen trabajando el género aportando periódicamente nuevas obras de impronta clásica y generosos ejercicios de estilo (Merino, Calcedo, Aramburu, Díez, Aparicio, Fernández Cubas, Peri Rossi…), da la sensación de políptico generacional completo, de relevo asegurado y estupenda salud del género, como certifica el análisis que hizo del cuento en 2011 el artículo del crítico Ricardo Senabre para el último número del “El Cultural” el año pasado. Otra cosa, por supuesto, es la flexibilidad de mercado, distribuidores y librerías en el sostenimiento de títulos suficientes de un género que siempre supone un quebradero de cabeza para las editoriales que funcionan con la calculadora y la cuenta de resultados ante la mesa. Mientras siga chispeando…”
If you are interested in the short story, these 7 posts are worth skimming through.