Violence and Horacio Castellanos Moya – A Review of His Book from Letras Libres

Letras Libres has a good review of Horacio Castellanos Moya’s newest book La sirvienta y el luchador ( The Servant and the Fighter). It is a continuation of the Salvadorean saga that he has been constructing over the last decade, and charts the troubles that have marked generations of the country. This is the fourth book in the volume takes place during the war in the 80s and unlike the last book, which was just published in English as Tyrant Memory, it dwells on the violence, following torturers and revolutionaries. Like the other books it follows members of the same families, make these books a generational saga also. The reviewer puts the book with in that growing trend of writers who are trying to deal with the violence that has devastated some countries, and which given the rise of narco violence has seemed to make the promise of peace after the low intensity wars of the 80s a distant reality.

Hemos construido una sociedad horrible. El Salvador se describe con tres v: violenta, vil y vacía. Sí, muy vacía. Vacía y vil. Pero, sobre todo, violenta. El asesinato como forma de resolver las diferencias se ha arraigado desde hace décadas en la cultura salvadoreña mediante un continuado y cada vez más sofisticado ejercicio. La Mara Salvatrucha, nacida en Los Ángeles, que castiga los barrios más pobres de las ciudades del país, y que se ha ramificado como epidemia por buena parte de Centroamérica y México, es hija directa de los torturadores de finales del siglo pasado. Y también de la guerra de liberación. Tres generaciones van ya dándose un festín con los cadáveres esparcidos por doquier como calabazas reventadas en una noche de brujas.
Ahora la violencia campea desnuda de ideologías. Las escenas que se viven a diario, escandalosamente magnificadas por los periódicos y la televisión, parecen venir de la imaginación de un psicópata. Este asunto rebasa la posibilidad de cualquier localismo. Aunque se esfuerce por mantenerse a la vanguardia, El Salvador es solo uno de los peores. La violencia se llena los carrillos y sopla por toda Latinoamérica, y no solo produce cadáveres y mutilaciones, sino que también hace palidecer las ficciones de los escritores, incluidos los más bizarros.
En nuestros países –desiguales, corrompidos, penetrados por el narco y donde muchos jóvenes deben emigrar o unirse a una pandilla para sobrevivir– la realidad amenaza con volverse cada vez más gruesa. Frente a un horizonte que promete incrementar nuestro bestiario, el trabajo del escritor, ha dicho Horacio Castellanos Moya, consiste en tragar y digerir la cruda realidad “para luego reinventarla de acuerdo con las leyes propias de la fabulación literaria”.