El País has a short and positive review of Adolfo Bioy Casares´journal of his trip to Brazil in 1960. Essentially, if you like his diary/biography of Borges, which hasn´t come out in English yet, you will probably like this book because it is filled with the same humor and wry observations that fill borges.
Si el posible lector de esta reseña tuvo el privilegio de leer Borges, parte del diario de Bioy Casares (Destino, 2006), recordará que entre el 21 de julio de 1960 y el 31 del mismo mes, hay un vacío. (Recuérdese que este diario sólo habla de la relación de Bioy con Borges). Pues bien, Unos días en el Brasil llena ese vacío. El autor de La guerra del cerdo fue invitado a un congreso del PEN Club celebrado en Brasilia en aquellos días. Bioy Casares suspende su diario, pero abre otro de pequeño formato para comentar solo sus impresiones del congreso (editado en una tirada no venal de 300 ejemplares, en 1991, para ser obsequiado a los amigos del escritor). El sucinto diario mantiene vivo el tono irónico de su autor. Durante el congreso conoce a Moravia (de quien escucha palabras nada amables de la obra de Giorgio Bassani), conoce a su mujer (a la que llama señora Moravia, porque no se acordaba que era Elsa Morante). Como está en Brasil, Bioy Casares elabora una teoría del patriotismo muy interesante: hay patriotas negativos (a los que se les eriza la piel cuando alguien critica a su país) y los patriotas positivos (los que hacen algo útil por su patria). Si uno recuerda su Borges, tendrá presente el constante aliento irreverente de sus páginas, su humor devastador. En Unos días en el Brasil, se mantiene constante esa característica, guardando siempre una educación exquisita ante quien se hace merecedor de algunos gramos de su sarcasmo. Escucha con suma atención a quienes tienen algo interesante que comunicarle sobre el modo de ser de los brasileños. Oye decir que hay un racismo muy soterrado extendido en todo el país, sobre todo respecto a los negros. Y luego no puede disimular su condición de seductor irrefrenable, sus tentaciones enamoradizas que no oculta. No tienen desperdicio sus opiniones sobre Brasilia, sobre la injustificada necesidad de crear una nueva capitalidad. En fin, ha sido un inmenso placer volver a leerlo señor Adolfo Bioy Casares.