Javier Cercas has a new book out, El impostor, that tells the story of Enric Marco who falsely claimed he’d been a concentration camp survivor. Like his last book, An Anatomy of a Moment, he is using fiction to explore what is non fiction event. El Pais had an interview with him last week.
PREGUNTA. En su libro hay varias referencias a El adversario, de Emmanuel Carrère, que también retrata la vida de un tremendo impostor y la relación con el autor de una novela de no ficción sobre él. ¿Cómo ha dialogado con este libro durante su investigación sobre Marco?
RESPUESTA. Cuando publiqué mi segunda novela, El inquilino, Sergi Pàmies me dijo: “¿Has leído El bigote, de Carrère? Tiene mucho que ver con lo que tú escribes”. Lo leí, y tenía razón. Aunque Carrère y yo escribimos cosas que en el fondo tienen poco que ver, es cierto que existe desde el principio una especie de conexión mental entre ambos. El impostor es muy distinto de El adversario. Enric Marco es el Maradona de la impostura, un crack absoluto. El protagonista de El adversario era un hombre que había engañado a poca gente, mientras que Marco engañó a todo el mundo; además, Marco es lo que somos todos, pero a lo grande. Por otro lado, hay una diferencia muy grande de concepción literaria: Carrère es un gran admirador de Capote y quiere seguir en su senda. No tengo nada que ver con esto. Mi jugada es mucho más literaria que cronística, aunque use recursos de la crónica. Yo creo que tenemos una visión un poco estrecha de la novela, fruto del triunfo avasallador de un modelo muy potente, el del XIX. Es un modelo que concibe la novela, digamos, como una ficción en prosa en la que se cuenta un drama de la forma más rápida y eficaz. Ese modelo está muy bien, ha dado frutos extraordinarios, se siguen haciendo cosas muy buenas con él; pero mi modelo no es ese; o no sólo. El mío quiere recuperar el modelo de Cervantes y de toda la narrativa anterior al XIX. Podría definirse como un cocido, o como un banquete: la virtud máxima de la novela tal y como la acuña Cervantes, o una de sus virtudes, es la pluralidad, la libertad absoluta. Puedes meter cualquier cosa en una novela. Esa es parte de la genialidad de Cervantes. Para él, la novela puede abarcarlo todo: ensayo, crónica, todo. Este libro no es una ficción, pero es una novela, igual que Anatomía de un instante. El impostor es una crónica, sin duda; es historia, por supuesto; es una biografía, es ensayo, es autobiografía. A todo eso le llamo novela, pero sin ficción. ¿Por qué no debía ser ficción? En Anatomía tardé tres años en entender que el libro no debía ser una ficción porque el golpe del 23 de febrero ya era por sí mismo una gran ficción colectiva, y escribir una ficción sobre otra ficción era redundante, literariamente irrelevante; en El impostor ya tenía la lección aprendida, y desde el principio supe que era absurdo escribir una ficción sobre la ficción ambulante que era Enric Marco. Por eso el libro debía ser una novela sin ficción.