Andrés Neuman Interviewed in Sur.es

Andrés Neuman was interviewed in Sur.es about his new book and his thoughts on writing and culture. It is an interesting interview that gives one a taste of his new novel.

-¿’Hablar solos’ nace de muchas conversaciones en soledad?

-Bueno, en realidad me atraen las historias de carretera, pero siempre han tendido a postergar al personaje femenino. Desde el principio de la narrativa, con Ulises y Penélope, hasta nuestros tiempos, las historias de viaje iniciático casi siempre han sido reductoramente masculinas. Hacía tiempo que le daba vueltas a contar una historia de carretera donde el personaje femenino pasara de secundario a protagonista. Y, por otra parte, la experiencia de haber cuidado a distintos seres queridos y haber ido viendo cómo caminaba mi idea de la vida ha sido otra de las claves. Me interesaba contar las aventuras y desventuras de quien cuida a un ser querido, ver cómo su idea del placer, del cuerpo y del amor cambian para siempre.
-¿Por cierto sentimiento de culpa?
-Claro, la culpa de estar sano cuando el otro vive y la de haber sobrevivido cuando muere. Yo siempre digo que el duelo es una especie de posguerra íntima. En todas las posguerras, quienes sobreviven a los bombardeos tienen una mezcla de fortuna por no haber caído, y de perplejidad porque han caído otros. Cuando uno está pasando un duelo parte de su dificultad no es solo la ausencia física del otro sino otros conflictos que me interesaban narrar, porque esta novela se centra sobre todo en el después: la culpa del superviviente y la batalla que emprende nuestra memoria por sanar el recuerdo de quien hemos perdido.
-Freud decía que recordar es la mejor manera de olvidar…
-Yo creo que lo decía por la parte de ficticia que tiene nuestra memoria. Él también hablaba de lo siniestro, decía que era lo próximo y lo cotidiano cuando se vuelve terrorifico. En ese sentido, la enfermedad es siniestra porque hace que todas las rutinas con un ser querido sano se vuelvan de pronto amenazantes, estremecedoras y melancólicas. Pero también hay otra cara en contraposición y es lo emocionante y profundamente poético que se vuelve todo cuando amenaza con ser la última vez; se agudiza el relieve de las cosas, todo adquiere una dimensión nueva que tiene que ver con la conciencia de la mortalidad. Por eso en la novela, al personaje de Elena se le disparan los dos índices: el del dolor y el del placer. Se aferra al placer y lo vive como pura supervivencia, como un acto de vida o muerte.