El Páis has an excellent, must read profile about the Guatemalan writer Rodrigo Rey Rosa (lately El Páis hasn´t seemed so must read). I hadn´t heard about him before but as someone who lived in Guatemala for a little bit his work sounds interesting. Bolaño mentioned him as an important author. A few of his books have been published in English.
Sentado en la cafetería de un hotel madrileño, Rey Rosa es a la vez parco, delicado y rotundo, como sus libros, escritos en una prosa sin materia grasa y que rara vez, es el caso, sobrepasan las 200 páginas. El suyo es un estilo sin adornos, pero no frío, en todo caso, “una enorme cámara frigorífica en donde las palabras saltan, vivas, renacidas”, según la descripción de Roberto Bolaño, que siempre señaló a su colega como uno de los grandes narradores de su generación. Títulos como Piedras encantadas, Caballeriza, El material humano o Los sordos han ido pintando poco a poco el mural de contrastes de la Guatemala actual, pero Rey Rosa insiste: ni plan ni tesis. “Hay quien divide a los escritores en dos: los que tratan de explicar algo y los que tratan de explicarse algo. Yo soy de la segunda clase. No sé más que el lector al que estoy hablando. Escarbo mientras escribo”.
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¿Y qué puede hacer la literatura? “En mi caso, enterarse”, responde Rey Rosa. “No creo que la literatura tenga grandes efectos, pero sí puede desatar una reflexión. Un trabajo de ficción serio puede ser un instrumento de conocimiento, no sociológico ni etnológico, simplemente humano. El hecho de tratar de explicarse las cosas ya afecta. No soy optimista y no quiero decir que sea algo bueno, pero sí que la actitud de querer entender cambia la percepción de la realidad. Sobre todo desde el punto de vista de los que somos parte del sistema queramos o no, los que estamos bien, los que vivimos… Quien más quien menos, ahí estamos todos y somos una minoría: yo, los lectores de mis libros… a ellos sí que puedo incomodarles un poco. Eso es lo único que puedo hacer. Sugerir cierta autocrítica. En estos ejercicios narrativos míos hay una especie de autocrítica como clase”. Y añade entre risas: “Pertenezco a una clase bastante desagradable. Supongo que lo que marca la diferencia es decir: pertenezco a ella, pero no me siento cómodo”.