El Pais has a lengthy conversation between Umberto Eco and Javier Marías about literature, technology and the break with the cannon. It is interesting but I can’t say I agree with it all, esspecially this piece of nonsense that says French and Italian are more syntactically rich than English:
U. Eco. Ése es otro problema, no tiene nada que ver. No creo que el lenguaje se empobrezca, ¡cambia! El inglés es un lenguaje sintácticamente muy pobre en comparación con el francés, el italiano o el español; pero puede decir cosas maravillosas. Por lo tanto, se simplifica, pero puede decir muchas cosas. Las lenguas funcionan.
This is a bit more interesting:
U. Eco. Luego está el lector que tiene la tendencia, o la mala fe, de atribuir al autor lo que piensa el personaje.
J. Marías. ¿No es preocupante en el sentido de que es volver a cierto primitivismo?
U. Eco. Usted escribe novelas, el 20% las leen de forma correcta, el resto equivocada.
J. Marías. Esto ha vuelto con fuerza. Yo escribo con un narrador en primera persona desde hace 20 años, y se tiende a confundir al narrador con el autor, con el yo.
U. Eco. Cuando publiqué El nombre de la rosa me escribió un lector preguntando por qué afirmaba que la felicidad consiste en tener lo que se tiene. ¡Yo nunca he dicho eso, es una tontería! Fue un personaje.
J. Marías. Esa idea de que las novelas deben tener un mensaje o dignificar algo es un primitivismo raro que ha vuelto.
U. Eco. Es una idea católico-marxista.
J. Marías. Pero el marxismo no…
U. Eco. El realismo socialista quería que las novelas tuvieran un mensaje y hablaran de los problemas del pueblo… Mi respuesta es que una novela tiene un mensaje, pero hay que trabajar mucho para comprenderlo, requiere esfuerzo, no te lo da el autor.
J. Marías. Un mensaje que se podría buscar fuera del libro.
U. Eco. O muchos. La Odisea tiene múltiples mensajes.
J. Marías. En cierto sentido surge por la promoción de los libros. No sé usted, pero yo a veces al escribir una novela me encuentro con que tengo una idea vaga sobre qué es esta novela, aparte de la historia misma, y algunos aspectos que no son claros para mí. Pero una vez terminada la entiendo un poco mejor. Entonces llega la promoción, las entrevistas, donde se espera que el autor diga: “Lo que he querido decir es esto”. Y uno se ve obligado a afirmar algo o defender una idea que luego es tergiversada. Si no hubiera entrevistas y cierta necesidad de banalizar, de encontrar un eslogan…
U. Eco. Yo intento humillar a los que hacen estas preguntas, desafiar, hacer que se sientan algo estúpidos. Cuando me preguntan: “¿Con qué personaje se identifica?”, contesto: “¡Con los ad-ver-bios!”. Se quedan estupefactos. Es verdad, los escritores nos identificamos con los adverbios.