New Collection of Ana María Shua Short Stories, Contra el tiempo, Edited by Samanta Schweblin

Páginas de Espuma recently published a collection of short stories from the Argentine writer Ana María Shua. What caught my interest is Samanta Schweblin, one of the short story writers I mention on this blog with a certain frequency is the editor. The collection is the third in the Vivir del Cuento series from Páginas de Espuma. The series title means both to live by telling stories, but also to be lair or teller of tall tales. I’m quite interested and look forward to reading Schweblin’s introduction. You can read it here (pdf). If you are interested you can also listen to an interview with the two of them of Spanish radio. And read an interview in El Pais:

A través del email y por mediación de Vivir del cuento, la colección que ideó su editor Juan Casamayor, estas dos cuentistas convinieron una antología que “permite ver todos los colores de Shua”, afirma Shweblin. El resultado es una selección de representantes de los narradores en los que se traduce Shua, sus personajes cotidianos que al girar la esquina se transmutan en inquietud, y la mezcla de humor –“del negro”, adjetivan- y mortalidad que estiliza su narrativa. “Este humor es bastante difícil de lograr, camina en una cornisa muy delicada, siempre está al límite”, opina la joven antóloga. “Este mundo me parece un lugar muy absurdo, loco, raro y disparatado”, continúa Shua. “Los seres humanos tratamos de traducirlo a la racionalidad. Hay algo falso en creernos que todo lo podemos entender desde la lógica. En esa conciencia del disparate es por donde yo encuentro mi humor”.

And most importantly you can read the first story of the collection, Como una buena madre, at Culturamas. And finally, there is a long and in depth interview at Lecturas Sumergidas:

¿Estás convencida de que con la felicidad no se puede construir un relato de ficción? Muchas veces tus historias empiezan de un modo muy placentero, muy luminoso, pero siempre hay algo que las tuerce, que las conduce hacia lo oscuro, por decirlo de algún modo.

– Sí. Estoy convencida de que no se puede escribir desde la felicidad. No la encuentro narrativa. La felicidad es puntual, no tiene desarrollo en el tiempo. Con ella se puede construir un hermoso poema lírico, pero en un relato siempre ha de pasar algo malo. Si no es así nos quedamos sin cuento (risas).

– Otra cosa que te gusta mucho es jugar al contraste, ya sea de planos temporales (el pasado y el presente vistos a través de la mirada de una persona que recuerda, que rememora instantes vividos), ya sea a través de los estados de ánimo enfrentados que buscas provocar en el lector: La risa que se congela ante situaciones que estremecen, que llegan a poner los pelos de punta…

– Aquí hay dos preguntas en una. Por una parte, respecto a lo primero que se plantea, creo que los seres humanos estamos hechos de recuerdos. La memoria nos constituye, y el recordar, el vivir simultáneamente en varios tiempos, es una característica tan humana como saber que alguna vez vamos a morir. Sí, evidentemente, es un registro que me gusta mucho, aunque no sea muy consciente de ello cuando me pongo a escribir. En cuanto a lo de la conjunción entre humor y horror, resulta que para mí están absolutamente entrelazados. Las circunstancias más terribles pueden hacernos reír en un determinado momento. El humor es, además, una característica muy mía, forma parte de mi personalidad. No puedo escribir sin humor y al mismo tiempo tengo una suerte de placer infantil en relatar acontecimientos truculentos (carcajadas). Me gusta que a mis personajes les sucedan cosas tremendas, espectaculares. Como lectora admiro muchísimo a los autores que crean climas sutiles a partir de una situación en la que no pasa prácticamente nada. Arrancan de ahí y son  capaces de montar catedrales, término que nos hace recordar a Carver. Pero cuando yo me pongo a escribir prefiero, sin duda alguna, los acontecimientos truculentos, las escenas terribles, las situaciones muy violentas. Y, al mismo tiempo, todo eso lo puedo contar con un cierto humor, porque lo veo así. En la peor situación encuentro siempre algo con lo que reírme.