El Pais had a profile of the editor of Anagrama last week. It is interesting how their focus has changed more to the literary. Initially they were publishing political non fiction that was against the dictatorship, but once Franco was gone and democracy had returned they grew tired of political essays.
Cualquiera lo habría dicho en 1969, cuando Herralde fundó el sello: la ficción no estaba entre sus prioridades. En aquellos tiempos heroicos, publicaba esencialmente ensayos en la colección Argumentos o los famosos Cuadernos, textos con los que apuntalaba utopías y alimentaba el fuego de la revolución que había de llegar pero que nunca llegó.
“La primera década de Anagrama fue precaria, pero tolerable”, recuerda, “me parecía importante publicar lo que publicaba y me divertía, pero entonces se combinó la precariedad con el llamado desencanto, que en el ámbito político se materializó con la victoria de Adolfo Suárez, con la que desaparecen todas las ilusiones revolucionarias de la ruptura, del hombre nuevo y de todo lo demás”
De pronto, la creación literaria ya no era algo frívolo para evadirse de las condiciones objetivas. En los ochenta Anagrama reduce drásticamente la publicación de ensayos — “porque yo mismo me canso de leer textos políticos”— y busca una salida en la narrativa, un antiguo amor de su juventud: “la buena literatura”.