Interview with Laura Freixas About her New Book at La Vanguardia

La Vanguardia interviewed Laura Freixas about her new book, Los otros son más felice.

La carrera de Laura Freixas es fruto del esmero por mantenerse firmemente anclada en el compromiso con una literatura que es y quiere ser femenina. Freixas nunca ha disimulado que le interesa proponer la mirada de la mujer sobre el mundo y sobre la propia condición femenina, una perspectiva bien escasa en la historia de la literatura, incluso en la historia de la literatura hecha por mujeres, y habría que decir, también en la hecha para mujeres. Los otros son más felices (Destino), su cuarta novela, es un relato de iniciación, el de una joven, Áurea, radicada en un pueblo de La Mancha pero habitante del Madrid del tardofranquismo, a la que su madre envía a casa de unos familiares ricos y cultos en Cadaqués. Es pues una novela sobre el descubrimiento del mundo.

Su novela puede funcionar como una lectura complementaria del clásico Nada de Laforet, porque aunque la condición social no sea la misma, el descubrimiento del mundo de Laforet está contado en el inmediato, mientras que en su novela pese mucho que se trata de un relato retrospectivo.

Oye pues es una buena comparación, no se me había ocurrido y claro me honra, porque Nada es una gran novela. Es verdad, ahora que lo dices seguramente me haya influido en ese planteamiento de una chica joven que llega de otra región de España a casa de una familia catalana que no comprende. Es verdad, ¿cómo no se me había ocurrido?

I thought her comments about Madrid in the 70s was interesting too

En su novela está reflejado algo muy cierto y que cambió luego de forma sensible: Madrid por entonces era muy rural, una especie de agregación de gente de pueblos. Casi la antítesis de lo que ocurre ahora.

Es cierto sí, efectivamente, y ahora es cosmopolita, una ciudad plenamente anónima, cosa que hoy no ocurre en Barcelona por ejemplo, donde rápidamente te preguntan de qué familia eres y donde veraneas y te hacen el retrato, algo que a mí me agobiaba un poco. El Madrid de los setenta era un Madrid que era muy pueblo, se notaba que había mucha gente que venía del pueblo y que mentalmente todavía estaba en el pueblo. Es un tipo de gente que todavía se ven en Madrid, aunque hoy sea efectivamente la única ciudad realmente anónima y cosmopolita de la península; sobre todo los viejos, es un tipo de viejo que no ves en Barcelona. Aquí ves viejas de luto, viejos con alpargatas y con boina sentados en los parques que serán de pueblo toda su vida. Eso en los setenta se notaba mucho, entonces la narradora de mi libro aunque haya nacido en Madrid se siente muy pueblerina en comparación con los elegantes y cultos catalanes. Y te diré más, de hecho, cuando yo empecé a escribir la novela, su familia venía de Castilla La Vieja, que es de donde viene mi familia materna, pero luego lo cambie a La Mancha por el nombre, porque ella lo siente como una mácula. Y quería huir del tópico. En cambio, Madrid se ha hecho más cosmopolita y más anónimo, se ha beneficiado de su condición de capital, y del crecimiento demográfico tan brutal, le ha perjudicado urbanísticamente porque ha crecido a tontas y a locas, muy mal…