El Pais has a review of Jorge Volpi’s Días de ira. It is a favorable review, but I’m going to need more convincing before I read on of his shorter works.
Volpi no le da mayor importancia al detalle y admite que, vistos los ejemplos que él mismo enumera –La metamorfosis, Los muertos, Pedro Páramo-, no se trata de un género con mala reputación sino mal definido: “La media distancia ha dado obras maestras a la literatura universal. Para muchos, Aura es la obra mayor de Carlos Fuentes. Y tiene 62 páginas”. El autor de En busca de Klingsor dice que no escribió los tres “híbridos” reunidos ahora buscando un sentido unitario. Solo al verlos juntos reparó en que tenían algo en común: “Hablan de relaciones de pareja que terminan de forma turbia por la intervención de una tercera persona”.
El primero de ellos –A pesar del oscuro silencio– se centra en la obsesión del protagonista por el mexicano Jorge Cuesta, poeta y químico, loco y suicida. Volpi recuerda que el primer texto que publicó en su vida fue un ensayo sobre ese enigmático personaje, al que Octavio Paz consideraba el hombre más inteligente que había conocido. “Por entonces, finales de los ochenta, todavía no se hablaba de autoficción, pero algo de eso hay”, cuenta el novelista. ¿Algún autor que ahora cause en él el mismo efecto que Cuesta hace 20 años? “Sí, J. M. Coetzee”.
Por su parte, El Juego del Apocalipsis, el relato que cierra Días de ira narra el viaje de una pareja, otra, a Patmos, la isla en la que san Juan escribió su famosa revelación. La cercanía del 31 de diciembre de 2000 dota a ese viaje de un halo, efectivamente, apocalíptico. “Estuve en Patmos, sí”, dice el escritor, “pero el resto es ficción”. Esa ficción es un paseo por el delirio de la verdad: “Su exceso lleva a la muerte o a la locura”. Las tres historias de Volpi hablan de locos. También de lectores. Como se dice en el texto central, que da título al volumen: “Crees que eres lector y eres personaje”.