Elena Poniatowska wins the Cervantes Prize

Elena Poniatowska has won the Cervantes Prize. El Pais has several articles about her writing. You can read a profile of her here.  And a few other articles below. I liked Tinísima when I read it years ago. I didn’t like Hasta no verte, Jesus mío when I read it in English, but I assume that was the more about the translation.

Su obra más influyente ha sido, sin lugar a dudas, La noche de Tlatelolco, retrato coral del movimiento estudiantil reprimido por el presidente Gustavo Díaz Ordaz en 1968. Durante dos años, Elena visitó a los estudiantes y maestros presos en la cárcel de Lecumberri (el mismo sitio donde años antes Álvaro Mutis y el líder ferrocarrilero Demetri Vallejo le habían contados sus historias). Ahí conoció a la generación más discursiva de México, capaz de diseñar el futuro a fuerza de palabras. Oyó con paciencia a líderes que podían hablar cuatro horas de corrido y entresacó las frases que nuestra memoria volvería célebres. No solo armó el libro con pluma; lo hizo con tijera. Siguiendo la técnica de Rulfo en Pedro Páramo, construyó un tapiz de voces sueltas. Las palabras que alguien escribió de prisa en un muro o cantó en una manifestación se mezclaron con las declaraciones de los presos. El resultado fue la gran caja negra de una ignominia. En el momento en que el gobierno del PRI silenciaba lo ocurrido, Elena ejercía el oficio que aprendió desde niña: oía a quienes no tenían derecho de expresión. Si Carlos Monsiváis entendió la crónica como una oportunidad de editorializar la historia y combinar los hechos con las opiniones, Elena Poniatowska la entiende como un radar de voces que no deben perderse.

Ana Maria Matute Interview in El Pais

El Pais has an interview with An Maria Matute. Since she isn’t going to write a memoir this is probably the closest you are going to get in the way of auto biography. Naturally, people are speculating if she will win the Cervantes prize next week.

Pregunta. Tenía 17 años cuando escribió la novela Pequeño teatro y un par de años más cuando la llevó a Destino. ¿Cómo logró vencer su timidez?

Respuesta. Iba a por todas. He escrito desde los cinco años. Pensé que Destino era la mejor editorial. Fui tres o cuatro veces, pero el director, Ignacio Agustí, siempre estaba ocupado. Un chico joven que trabajaba en la editorial me dijo “ven tal día y a tal hora y te haré pasar”. Fue la confabulación de los jóvenes. Yo temblaba como un flan, pero Agustí fue muy amable. Me dijo que la pasara a máquina y que la leerían. Yo la llevé escrita a mano en uno de esos cuadernos con tapas de hule negro que se utilizaban entonces.

P. Supongo que la mecanografió a toda pastilla.

R. A toda velocidad. La llevé a la editorial y dos semanas después me encontré en la calle con Ignacio Agustí. Me llamó “señorita Matute” y me dijo que estaban asombrados. “¿Cuántos años tienes?”, me preguntó. “Diecinueve”, dije. “Pues ven con tu padre para que firme la autorización”. En aquellos años los padres o los maridos tenían que autorizarlo todo. También me pidió que le llevara algún cuento para darme a conocer literariamente en la revista Destino.

P. ¿Se lo publicaron?

R. Sí, enseguida. El primero que apareció fue El chico de al lado. Me emocioné tanto que compré cuatro ejemplares del semanario. En 1948, Los Abel quedó finalista del Premio Nadal. Agustí me dijo que la veía más madura que Pequeño teatro. Ganó Delibes con La sombra del ciprés es alargada. Quedar finalista detrás de Delibes fue todo un honor. El Nadal fue una bomba para lanzar autores y se lo inventó Ignacio Agustí.

P. ¿Qué pasó con Pequeño teatro?

R. Me la llevé a casa y al cabo de unos años la presenté al Planeta, en 1954. Ganó.